Comienza un nuevo año. Las oportunidades se presentan, pero hay que estar preparado para ellas y salir a su encuentro. En eso estoy, o al menos haciendo el esfuerzo.
Hay quienes creen que la opción está fuera, irse para encontrar mejores caminos para su provecho personal. Yo creo en que la respuesta está aquí, y el poder de transformar la realidad lo tenemos en las manos. Yo pudiera estar en muchos lugares, y sin embargo hasta el final continuaré en la lucha por un mundo lleno de música, de cambio, de oportunidades, y comenzaré desde acá, mi país. No creo en el conformismo ni en el egoísmo personal, Yo formo parte de un colectivo, y en ese ámbito puedo llegar y hacer mucho con y para la música. La música de mi país.
Por eso he decidido abordar algunos proyectos que en mi mente y corazón he ido preparando. Conformar una Estudiantina estable, con músicos principiantes que ejecuten instrumentos de cuerdas. Consolidar una Banda Combinada Estudiantil, con instrumentos de percusión y viento. Y si es posible, una Coral. O tal vez dos, no lo sé aún.
Yo creo en mis estudiantes. Creo en ese futuro transformador. Creo en la posibilidad de cambios profundos y permanentes, más allá del individualismo. La música es un tesoro para compartir, por eso creo en ella como instrumento para ese cambio, y en la energía de la juventud que cree en la vía pacífica para cumplir sus sueños. Eso es verdaderamente revolucionario.
Quiero poner mi mayor empeño en llevar esa música a mis estudiantes, y que ellos la lleven a todas partes. Ese es mi pago, mi remuneración. No voy a aspirar en grandes montos de dinero, porque en términos monetarios la educación es una profesión poco pagada, y la música aún más. Mi corazón no tiene precio. No hay monto que compre el sentimiento creador que late en cada pulsación de los sonidos que envuelven mi vida. Y eso me hace libre. Libre para vivir, aunque me roben el aire, aunque me dejen sin alimento, aunque desestimen mis sueños y esperanzas, aunque me arranquen la vida misma.
Tengo los bolsillos llenos de notas, acordes, ritmos, armonías y melodías. Con eso no puedo ir al mercado, pero soy feliz. Y además, ésta felicidad tiene un infinito soporte en el amor; un amor verdadero y real del que no me queda dudas.
Gracias a Dios por este nuevo año que comienza, y que espero compartir con ustedes. Un abrazo desde este salón.
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